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Portavoz

El Economista.

Banca en la sombra

Hemos decidido impulsar la creación de un mercado de servicios financieros minoristas europeo.

La política macroprudencial, cuyo objetivo es mantener la estabilidad financiera, toma protagonismo durante la crisis financiera internacional, acompañada de una regulación y supervisión extremas sobre los bancos. Con la política monetaria enfocada en luchar contra la deflación, y llevada al límite, es importante to- mar medidas adicionales que permitan garantizar la estabilidad financiera alcanzada. Las medidas macroprudenciales combaten los potenciales riesgos que pueden surgir de las características estructurales del sistema financiero en su conjunto, pero se centran casi exclusivamente en los bancos. Es fácil encontrar definiciones que aluden a “la prevención de potenciales riesgos sistémicos y a probar la resistencia de los bancos”. Pero, ¿qué pasa con el resto del sector financiero? Durante los años de crisis ha surgido un creciente número de entidades que no son bancos pero que llevan a cabo actividades propias de las entidades de crédito. Compañías de seguros, fondos de inversión, fondos de pensiones y fintech han florecido bajo un proceso de desintermediación alimentado por las medidas no tradicionales de política monetaria. El desarrollo digital y las lagunas regulatorias también han contribuido a reducir el peso de los bancos en la financiación económica. Aunque los nuevos competidores aún acaparan una parte reducida de la tarta, han registrado un fuerte crecimiento. Todo esto ha suscitado un debate a nivel institucional sobre la necesidad de ampliar los instrumentos macroprudenciales más allá del sistema bancario. Pero por el momento se ha quedado solo en eso, en un mero debate.

Las crisis financieras son más difíciles de digerir que las crisis de origen económico. La Gran Recesión fue gestada durante más
de una década, bajo unas condiciones financieras muy favorables. Ahora la mica estructural y la elevada deuda se mezclan para dejarnos un escenario con menor certidumbre económica de lo normal en el futuro. Y en este escenario se puede entender que las autoridades económicas internacionales hayan forzado al máximo las políticas de demanda.

Leer artículo completo publicado el 15 de junio de 2017 en El Economista.