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INVERSIÓN Y FINANZAS

Recuperar empleos

Trabajando con maletín

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La pérdida de puestos de trabajo es la consecuencia más terrible de las crisis económicas. A pesar de que la actual crisis es sanitaria y la anterior tuvo un origen financiero, el denominador común es su impacto negativo en el empleo. La prioridad de las autoridades es la misma en ambos casos; combinar reformas y medidas de política económica que impulsen la demanda y creen un escenario propicio para que la futura recuperación sea intensa en creación de empleo.

Autoridades y sector privado nos esforzamos durante lo peor de la crisis sanitaria en amortiguar sus efectos sobre las familias y en preservar el tejido productivo. Las medidas excepcionales adoptadas han alcanzado un calibre nunca visto pero coherente con la gravedad a la que nos llevó el confinamiento obligado por el virus. Una vez superada la situación de alarma, mientras se busca una vacuna, la prioridad es acompañar el impulso inicial de la demanda con reformas acordadas a escala internacional que ayuden a reducir la incertidumbre y consoliden la recuperación.

Un reciente documento de trabajo del Banco Central Europeo (BCE) analiza el diferente comportamiento del desempleo en Estados Unidos y en la zona euro durante los primeros meses de la crisis sanitaria. La tasa de desempleo subió más de 10 puntos entre enero y mayo al otro lado del Atlántico frente a un aumento marginal en el mismo periodo en Europa. No obstante, si consideramos el número de horas trabajadas, el deterioro económico y el impacto en las expectativas, no hay grandes diferencias entre las dos geografías. En Europa las ayudas públicas y la reclasificación de empleos en la inactividad han minimizado el impacto negativo en la cifra estadística de desempleo. Pero el impacto real en el empleo es de tal calado que requiere una actuación sin dilación enfocada en políticas activas de empleo, innovación y mejora de la competitividad empresarial.

El FMI también ha analizado la evolución del empleo durante esta crisis sanitaria y la anterior crisis financiera. La gran diferencia es que el virus ha obligado a derivar el trabajo a casa en gran medida, pero el tipo de empleo destruido en ambos periodos responde al mismo perfil: aquel que requiere interacción humana, bajo nivel de estudios y es ocupado especialmente por jóvenes.  No hay varita mágica para lograr cambios inmediatos en el modelo de formación, pero se puede buscar un equilibrio entre impulsar la demanda a corto plazo para sostener el mercado laboral y fijar unas condiciones propicias para un crecimiento sólido a medio y largo plazo que lleve a un empleo más resistente y de mayor calidad.

La OCDE recomendaba a las autoridades mundiales en su último informe sobre empleo que fueran adaptando de forma progresiva las medidas excepcionales expansivas y las rigideces aplicadas hasta el momento y durante lo peor del confinamiento a la evolución económica. No hacerlo, sobre todo en el caso de aquellas acciones que pueden distorsionar el mercado de trabajo, podría perjudicar la recuperación del empleo convirtiendo su deterioro en estructural. La combinación de políticas económicas hasta el momento enfocadas en la demanda se debe acompañar ahora de un plan de reformas que impulsen la oferta productiva y mejoren de esta forma las perspectivas de empleo.

José Luis Martínez Campuzano,  portavoz de la Asociación Española de Banca 

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