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Portavoz

Artículo de El Economista.

¿Quieren euros?

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Las autoridades europeas deben ahora aumentar la credibilidad en la moneda única.

En teoría todas las monedas funcionan como medida del valor de las cosas, como instrumento de pago y como

medio de reserva. Sin embargo, la realidad muestra que muchas monedas incumplen alguna o varias de estas características. Y no solamente a nivel internacional.

Existen dos condiciones para que una moneda se considere como referente mundial. La primera es el tamaño de la economía que la emite y la segunda es la estabilidad política del país, pues es un reflejo de la propia cal- ma social. Algunos autores unifican estos argumentos en el poder económico actual y la confianza que se deposita en su futuro. Ambos son factores de tipo cuantitativo y cualitativo que se retroalimentan.

El dólar es la principal moneda de referencia internacional. Según el FMI, más del 60 por ciento de las reservas de divisas de los bancos centrales está en dólares, aunque se ha reducido ligeramente en los últimos años. La moneda norteamericana se acepta como medio de pago en muchos países, incluso de forma preferente a sus propias monedas nacionales. El dólar es también la principal moneda de intercambio en el comercio mundial y en los mercados financieros internacionales. Las ventajas para las autoridades norte- americanas de este uso generalizado de su moneda son enormes, aunque también con- lleva obligaciones. La Fed, por ejemplo, ha visto condicionado su margen de maniobra a la hora de dictar política monetaria. Se ha pasado del tradicional “lo que es bueno para Estados Unidos lo es también para la economía mundial”, al “lo que puede ser malo para los mercados financieros internacionales lo es también para la economía norteamericana”. Es evidente que los beneficios de ser emisor de dólares superan con creces a sus costes.

Leer el artículo completo publicado el 19 de julio de 2017 en El Economista.