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INVERSIÓN Y FINANZAS

Preservar la estabilidad financiera

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La rentabilidad de los bancos va a sufrir a corto plazo. No puede ser de otra forma ante la gravedad de la crisis sanitaria, su impacto económico y cómo las entidades se han enfrentado a ella para proteger a sus clientes y garantizar el funcionamiento del sistema financiero. Las prioridades son claras y los bancos así lo están reflejando con sus decisiones.

La pandemia aumenta el riesgo sobre la estabilidad financiera. Las autoridades citan ahora como vulnerabilidades del sector bancario el valor de los activos financieros, el comportamiento de los mercados y la deuda pública. Y, naturalmente, la rentabilidad, como no podía ser de otra forma en un contexto de parálisis económica.  Estos son los principales ingredientes de la incertidumbre sobre el futuro. Los bancos europeos han reforzado significativamente su capital en la última década ante la posibilidad de un escenario económico y financiero adverso que ahora se está materializando. Asistimos a un shock que todos, gobiernos, autoridades y empresas, pretendemos que sea de corto plazo por las medidas excepcionales que se han adoptado ante una situación económica y social también excepcional. Todas estas medidas también están atenuando los riesgos a corto plazo para la estabilidad financiera.

¿Qué pasará a medio plazo? La rentabilidad y la solvencia son las condiciones necesarias para garantizar la estabilidad financiera. La condición suficiente es que los bancos puedan aplicar sus estrategias de negocio en un contexto previsible y sin interferencias. Las crisis ocurren porque no se pueden anticipar. Pero los cambios en la regulación bancaria, su complejidad o cualquier otra decisión oficial que limite el margen de maniobra de las entidades para desarrollar su estrategia también pueden poner en riesgo su estabilidad y reducir así la confianza de los accionistas hacia el sector. El desequilibrio de los últimos años entre rentabilidad y coste de capital en un contexto de tipos de interés oficiales negativos y revalorización de activos financieros es un buen ejemplo. Quizás no era tanto una cuestión de rentabilidad baja como de un coste de capital demasiado alto.

El objetivo de los bancos va más allá de la rentabilidad en sí misma. Su finalidad no es sólo obtener unas métricas de beneficio económico, sino contribuir al progreso de la economía y de la sociedad con sus decisiones. Los bancos responden ante los ahorradores y accionistas, y también ante la sociedad. Esta doble responsabilidad no es una limitación, sino un reflejo del papel que desempeñan con su operativa diaria para el conjunto de la ciudadanía actual y futura. Un escenario favorable para los bancos repercute de forma claramente positiva en la sociedad, al facilitar la financiación del crecimiento y el impulso de la prosperidad. De la misma forma, todos resultamos perjudicados cuando la estabilidad financiera está en cuestión. Debemos ser conscientes de ello.

José Luis Martínez, portavoz de la Asociación Española de Banca

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