La economía mundial se esta desacelerando, pero con un comportamiento mejor de lo esperado. Esta es la principal conclusión del FMI, que proyecta la senda de crecimiento a medio plazo para el crecimiento mundial en niveles del 3 % frente al 3,7 % previo al Covid, y por debajo del 4,5 % al inicio del milenio.
Naturalmente el escenario económico podría ser peor si atendemos al entorno de elevada incertidumbre actual: desde la geopolítica hasta los crecientes desequilibrios, en su mayor parte financieros. El FMI ha denominado a este escenario dominado por riesgos y vulnerabilidades como la “nueva normalidad”, elevada incertidumbre, pero con un impacto limitado en el crecimiento.
Un escenario, según el organismo internacional, “mejor de lo que se temía, pero peor de lo que necesitamos”. Esta resiliencia de la economía mundial se apoya en cuatro pilares: 1. Mejores fundamentos de políticas, como la coordinación en la política monetaria en los principales países; 2. La adaptación del sector privado al nuevo entorno; 3. El impacto menos grave de lo previsto de los aranceles y los beneficios de la globalización pasada; 4. Unas condiciones financieras muy favorables.
Conviene destacar el segundo y cuarto punto. Porque es preciso poner en valor la iniciativa privada en el comercio, reorganizando las cadenas de suministro, y con balances saneados de empresas y familias tras los ajustes de deuda desde la crisis financiera. Y también la solidez de los bancos, como nos recordaba hace unos días el BCE, con mejores resultados, contribuyendo con ello a un entorno financiero muy favorable. Pero no es suficiente.
Porque es necesario aumentar la productividad del sector privado; en Europa, por ejemplo, eliminando burocracia y facilitando una mejor regulación. Todo ello favorecerá la confianza y la inversión. Y necesitamos que las autoridades continúen desarrollando reformas estructurales y fijen una estrategia clara para reducir la deuda pública. Para fortalecer la solidez del crecimiento y su llegada a todos los indicadores económicos y sociales.
José Luis Martínez Campuzano, portavoz de la Asociación Española de Banca