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INVERSIÓN Y FINANZAS

La ciberseguridad, responsabilidad de todos

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Convivimos cómodamente con los avances de las nuevas tecnologías, que influyen en cómo nos comportamos y hasta en cómo pensamos.  Si el proceso de adaptación de la sociedad a la transformación digital ya era rápido antes de la crisis sanitaria, el confinamiento en esta pandemia lo hizo imprescindible. Todos, ciudadanos, empresas y autoridades, somos conscientes de los beneficios y oportunidades de Internet, quizá aún más que antes.  ¿Pero somos conscientes de los riesgos que entraña?

Las principales preocupaciones de las pymes son la búsqueda de clientes y de empleados con el perfil apropiado, y la estrategia a seguir para encarar la competencia, según se desprende de una encuesta del BCE en septiembre. En sus respuestas, sin embargo, había pocos indicios de que haya aumentado la necesidad de extremar la seguridad en la misma línea exponencial en que aumenta su operativa digital. Las grandes empresas reflejan una mayor preocupación en este aspecto en la última encuesta de Deloitte ’El futuro del Ciber‘ de 2019. Esta firma reconoce que la percepción de los directivos va muy por delante de la realidad de sus compañías. Una vez superada la estrategia de esperar y ver, aún no se ha interiorizado del todo la necesidad de integrar la ciberseguridad en la transformación digital de la compañía.

La digitalización que nos mantiene constantemente conectados y amplía el alcance de nuestro mundo también abre la puerta a nuevas amenazas, que nos acechan por nuestros datos, el tesoro más valioso en la sociedad de la información. Los datos son la llave para acceder a nuestros recursos, fruto de nuestro esfuerzo y de nuestro tiempo, el bien más limitado de todos y el único que no se puede comprar. Da igual que seamos un particular o una empresa, y da igual a lo que nos dediquemos. Todos compartimos la responsabilidad de proteger nuestros datos, no solo por el daño que su robo puede implicar para nosotros mismos, sino también porque pueden utilizarlos para atacar a los demás. Ante una amenaza cada vez más global y sofisticada, la colaboración es el mejor escudo para protegernos.

En los primeros cuatro meses de este fatídico año se han detectado casi un millón de mensajes spam relacionados con la Covid, 700 casos de software y otros 50.000 enlaces maliciosos, según datos de Interpol.  Y nada menos que el 60 % de las grandes empresas ha sufrido algún incidente de ciberseguridad en los dos últimos años, un porcentaje que solo ha podido aumentar durante la crisis sanitaria. Mejorar el intercambio de información sobre las amenazas, los ataques y las respuestas en los sectores privado y público es imprescindible para disuadir y responder con eficacia a los ciberdelincuentes. Un acuerdo a escala mundial sobre el intercambio de información y el uso de plataformas y redes de confianza podría agilizar la respuesta a unos riesgos que transcienden las fronteras físicas.

Los bancos, fundamentales para impulsar la prosperidad económica, siempre han actuado como motor de innovación al servicio de la sociedad. La transformación digital en la provisión de servicios financieros es un claro ejemplo. La expansión de servicios financieros móviles, la única plataforma tecnológica de la que disponen la mayoría de las personas, aumenta las posibilidades de lucro para los piratas informáticos. La ciberseguridad es prioritaria para los bancos, que ponen todos los medios a su alcance para garantizar la seguridad de sus clientes y encarar los riesgos que seguro aparecerán en el futuro. Tienen probada experiencia en la protección de los datos personales y financieros de sus clientes, y revisan continuamente su capacidad de defensa, detección y respuesta ante los ciberataques. Pero su éxito no depende solo de ellos, sino también de la responsabilidad de los clientes, que son el eslabón más frágil de la cadena. La formación y la sensibilización sobre los riesgos cibernéticos es la mejor forma de fortalecerlo.

José Luis Martínez Campuzano, portavoz de la Asociación Española de Banca

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