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Portavoz

LA VANGUARDIA

Esta vez será diferente

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Cualquier intento de adelantar el futuro nos lleva inevitablemente a analizar el pasado. Este ejercicio es más evidente cuando nos enfrentamos a una crisis, sometidos siempre a la incertidumbre del momento, siendo en la mayoría de los casos el sufrimiento el único factor común a considerar.

Comparar ahora la situación actual con la Gran Depresión o la recesión derivada de la crisis financiera puede ser un ejercicio fútil.  En ambos casos fueron crisis gestadas durante un largo periodo de tiempo, con respuestas ineficaces y hasta inadecuadas por parte de las autoridades y que, quizás como consecuencia de todo ello, se prolongaron demasiado.

La excepcionalidad de la pandemia ha provocado una hibernación económica, obligada por la necesidad de evitar los contagios. Un dramático shock de oferta, pero probablemente limitado en el tiempo. El control razonable de la enfermedad debería permitir una recuperación relativamente rápida de la economía. Esto es lo que persiguen las diferentes medidas tomadas por las autoridades políticas y económicas, y también por el resto de la sociedad, como los bancos, que se emplean a fondo en minimizar el impacto de la crisis en familias y empresas, y en dejar el camino preparado para la recuperación posterior.

La crisis sanitaria es global, lo que explica la simetría que observamos en el deterioro económico a lo largo del planeta. Pero la esperada recuperación, también global, presentará una intensidad diferente entre países y áreas. El futuro de la recuperación en primera instancia y su solidez posterior dependerá de las medidas que se tomen en el presente y también de cómo se vayan modulando en el tiempo.  Algo que sí nos han enseñado las crisis del pasado, y sus errores de gestión, es que se debe actuar rápido, de forma decidida y coordinada.

José Luis Martínez Campuzano, portavoz de la Asociación Española de Banca

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