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EXPANSIÓN

Agentes financieros y transición sostenible

dinero y casita

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La toma de conciencia colectiva sobre las profundas implicaciones sociales pero también económicas del cambio climático resulta a estas alturas irreversible. Un reciente estudio a cargo de Oxford Economics calcula que el PIB mundial podría reducirse en entre un 2,5 y un 7,5% en 2050 si de aquí a entonces la temperatura global aumenta en 2º C sobre los niveles pre-industriales, el Banco Mundial advierte que ese mismo calentamiento podría conducir a la pobreza a 100 millones de personas ya en 2030, y la encuesta de referencia sobre la percepción de riesgo mundial del World Economic Forum ha visto como, en la última década, los riesgos netamente económicos han sido desplazados del podio por los de tipo ambiental.

La Cumbre Mundial del Clima que se celebra estos días en Madrid constituirá sin duda una gran oportunidad para visibilizar todavía más estas y otras consecuencias y concitar a más organismos, individuos y empresas a realizar una contribución neta positiva, urgente y colaborativa durante la transición hacia una economía más sostenible, pero no podemos obviar que la actual regulación brinda todavía un amplio margen interpretativo sobre los compromisos individuales y colectivos que no garantiza que la velocidad del debate esté alineado con el cumplimiento de las  metas establecidas en el Acuerdo de París o en la Agenda 2030.

En ese contexto, hay sin embargo una evidencia incontrovertible: pivotar hacia un modelo económico más sostenible va a requerir grandes inversiones por parte de todos los agentes económicos –desde las grandes multinacionales hasta la última pyme, sea cual sea su ámbito de actividad–, y la financiación de estas no es asumible para los organismos constituidos para la lucha contra el cambio climático. Cabe apuntar por ejemplo que, solo en la Unión Europea, la descarbonización de la economía en 2030 va a requerir inversiones anuales del orden de los 2,5  billones de euros.

Ante esa evidencia, el sector financiero ha dado un paso al frente y asumido de forma explícita su rol imprescindible no solo como financiador de la transición sostenible, sino también como uno de los sectores locomotora de la misma, como acreditó el pionero Compromiso de Katowice y han refrendado con carácter más reciente los seis Principios de Banca Responsable.

En ese contexto, y conscientes de que el tejido productivo español exige un trabajo todavía más capilar por la elevada presencia de pymes–todavía hoy, el rango de empresas al que más le está costando entender las ventajas y transicionar hacia modelos más sostenibles–, en 2019 y con carácter previo al COP25, las patronales que representan en nuestro país a los sectores bancario, de las cajas de ahorros, de las aseguradoras, de las instituciones de inversión colectiva y fondos de pensiones y de las cooperativas de crédito hemos constituido Finresp: el Centro de Finanzas Sostenibles y Responsables de España.

Y es que, aunque en ocasiones correlacionamos la contribución de los agentes financieros a paliar el cambio climático con la financiación sostenible, en realidad esta abarca también a ámbitos como el de la inversión o plantea interesantes vectores de desarrollo a través de productos como los microseguros, que protegen de los efectos adversos del calentamiento global a sectores tan importantes para nuestra economía como el agroalimentario.

Desde su nacimiento, el centro se ha integrado además en la Red Internacional de Centros Financieros para la Sostenibilidad FC4S, que no solo nos conecta con las buenas prácticas en materia de finanzas responsables y sostenibles de los otros 27 centros constituidos desde 2017 en todo el mundo, sino que es una correa de transmisión para que Finresp y España se erijan en referencias de cómo contribuir a la transición sostenible de las pequeñas y medianas empresas.

En los próximos días, Finresp tendrá ocasión de participar en la Cumbre Mundial del Clima para volver todavía más explícito y visible su compromiso y el de los sectores que lo promueven de contribuir a la mitigación del cambio climático y a la transformación social, y de erigirse sobre todo en un socio fiel y comprometido de la administración y de las empresas: las otras dos aristas del triángulo imprescindible para que la lucha contra ese cambio, social pero también económico, sea realmente efectiva y transformadora. Pero, sobre todo después del COP25, seguiremos trabajando para convertir al sector financiero español en un agente de cambio en el tránsito hacia un nuevo paradigma sostenible, conscientes de que esta es una carrera de fondo y no un sprint.

Juan Carlos Delrieu, director de Estrategia y Sosteniblidad de la AEB

Antonio Romero, director corporativo de Servicios Asociativos, Control y Recursos de CECA

Elisa Ricón, directora general de Inverco

Cristina Freijanes, secretaria general de Unacc

Mirenchu del Valle, secretaria general de Unespa

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