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EXPANSIÓN

Seguir avanzando en el euro

barquito de billete

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El euro se convirtió en nuestra moneda común el 1 de enero de 2002. Su introducción supuso un hito histórico, el mayor cambio de moneda hasta aquel momento, con doce países involucrados. Y todos fuimos responsables del éxito en su implantación: los bancos, la logística y el conjunto de la sociedad.

Las autoridades europeas han repetido en los últimos días que el euro es un símbolo de éxito, de unión y de paz. También han considerado que la moneda única nos ha hecho más fuertes, mejor preparados para enfrentarnos a crisis como la pandemia que aún no hemos superado.

Sin duda, las dos crisis mundiales que hemos sufrido en estos veinte años han permitido avanzar en el euro y sacar lo mejor de él. La mayor integración monetaria derivada de la crisis financiera de 2008 y la integración fiscal, con la creación de los fondos europeos, han aumentado la confianza de la ciudadanía en la moneda única, identificada con el proyecto de la Unión Europea.

El euro ha supuesto estabilidad cambiaria y monetaria, imprescindibles para aumentar la capacidad de crecimiento económico, y ha sido la condición necesaria para avanzar en un mercado común que, por definición, implica total libertad de circulación e intercambio de bienes, de servicios y de factores de producción. Pero aún queda camino que recorrer para culminar el mercado común. Entre los temas pendientes están la deficiente movilidad de los trabajadores, la aún limitada integración fiscal y la incompleta unión bancaria.

La crisis financiera internacional se vio agravada en Europa por las deficiencias iniciales para alcanzar una unión monetaria óptima. Su impacto demostró que la convergencia monetaria de partida era insuficiente para dotar de estabilidad a la unión. Faltaba una mayor convergencia real, así como mecanismos para compartir riesgos, finalizar la unión bancaria y crear un mercado de capitales único. La crisis financiera sirvió de acicate para avanzar en estos temas, pero no para cerrarlos del todo. Avanzar en la unión bancaria ha exigido que las entidades de crédito estén ahora sometidas a un marco de actuación común totalmente regulado y supervisado, con el doble objetivo de proteger al consumidor y reforzar la estabilidad financiera. Pero es precisamente este segundo objetivo el que se ve amenazado por las vulnerabilidades existentes, en la mayoría de casos ajenas a los bancos. En este difícil escenario nuestras entidades se enfrentan a tres retos: la digitalización, la competencia de terceros que no son bancos, pero ofrecen servicios financieros, y la necesaria mejora de la rentabilidad, aún por debajo del coste de capital.

Asegurar la estabilidad bancaria no tiene que pasar obligatoriamente por más regulación sobre el sector, algo que dificulta el diseño de su estrategia en un contexto excepcional, marcado por la vertiginosa digitalización que demandan los clientes y la dificultad de tener que operar con tipos de interés oficiales negativos. Finalizar la unión bancaria sería un paso significativo para reforzar la confianza y la estabilidad de los depositantes, limitando el riesgo de contagio desde los mercados financieros. Con una supervisión y resolución únicas, solo resta cerrar la garantía común de depósitos para avanzar de forma decidida hacia una consolidación eficiente y efectiva de los bancos europeos.

Los mercados financieros se han convertido en una de las principales vulnerabilidades para el crecimiento mundial. Canalizan incertidumbres como la tensión comercial o la debilidad financiera de algunas economías emergentes, al tiempo que amplifican el cambio de expectativas de los agentes económicos ante la esperada vuelta a la normalidad de la política monetaria. Culminar la unión bancaria y avanzar de forma decidida en el mercado único de capitales permitiría aplacar buena parte de las amenazas que se observan en estos momentos en los mercados financieros.

La crisis sanitaria ha puesto de manifiesto la fortaleza del sistema bancario, que ha contribuido a mantener los flujos de crédito a familias y empresas en un momento muy complicado. Todos, bancos y autoridades, han actuado con flexibilidad y determinación para mitigar el impacto de la crisis y facilitar unas bases sólidas para la recuperación posterior. Y lo han hecho dentro del marco de actuación conjunto europeo. El objetivo ahora es avanzar de forma decidida en la constitución de un mercado común y que de esta forma el euro siga siendo un impulsor del progreso y seguridad para todos.

José Luis Martínez Campuzano, portavoz de la Asociación Española de Banca

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