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No se puede ser complaciente

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Dicen que una imagen vale más que mil palabras, una conclusión que parece compartir el FMI. La institución supranacional inició hace algún tiempo la tradición de tratar de condensar la situación de la economía mundial a principios de cada año en cinco gráficos. Observado de esta forma el año pasado no invita al optimismo en el futuro.

El crecimiento mundial en 2019 fue el más débil tras la crisis financiera, focalizado en diferentes países y regiones relevantes. La debilidad de la inversión productiva ha tenido una elevada contribución en la desaceleración económica mundial. Por el lado de la oferta destacan las caídas de la producción manufacturera y del comercio. Todo ello ha llevado a los principales bancos centrales a seguir profundizando en unas políticas monetarias expansivas excepcionales, y a mostrar su disposición a mantenerlas el tiempo que sea necesario. Por último, la relativa estabilidad en la confianza de los consumidores y la mejora del empleo han apuntalado el consumo privado.

También se puede considerar una tradición comenzar el ejercicio de forma más positiva al anticipar la evolución económica futura. Hace unos días la institución que ahora encabeza Kristalina Georgieva se mostró algo más optimista, inclinándose por una estabilización en el ritmo de crecimiento durante este año y una ligera mejora para 2021. Escenario que condiciona al mantenimiento de unas condiciones financieras favorables y a una cierta relajación -que no desaparición- de las incertidumbres actuales, como el Brexit y las tensiones comerciales. Naturalmente, también reitera la necesidad de una mayor coordinación internacional en varios frentes para combatir unos riesgos que son mundiales.

En este contexto, unas condiciones financieras favorables son importantes para amortiguar los riesgos, pero su permanencia en el tiempo reduce su eficacia e incluso puede generar nuevos peligros en el futuro al facilitar una elevada deuda pública o potenciales excesos de precios de activos y de gestión del riesgo en los mercados financieros. Pensemos, por un momento, en la caída de la inversión que mencionaba el FMI, explicada probablemente por razones estructurales -como el creciente peso de la inversión intangible frente a la inversión en maquinaria- y esperemos que por otras transitorias, como la menor certeza económica en el futuro. La política económica debería centrarse en aumentar la inversión productiva a través de reformas y de una política fiscal responsable, para favorecer así un descenso del elevado ahorro mundial y contribuir a una menor aversión al riesgo de los agentes económicos.

En España la posición financiera de las familias y empresas es más sólida tras el importante proceso de reducción de deuda llevado a cabo desde la crisis. Las familias y empresas están ahora más preparadas para aprovechar una mejora del escenario económico, aunque la velocidad e intensidad de esta mejora dependerá de las políticas que se lleven a cabo tanto dentro de la zona euro como en España. La crisis demostró el dinamismo de nuestras empresas y en la actualidad el progresivo ajuste de la demanda externa a través del superávit en la balanza corriente es compatible con un crecimiento económico cercano a su nivel potencial. Tener un sistema bancario sólido y mejor preparado para cumplir con su objetivo final, financiar la prosperidad, es sin duda la condición necesaria para seguir apuntalando el crecimiento.

El escenario económico actual es por tanto algo mejor que el de un año atrás, lo que dista mucho de ser tranquilizador. Es importante que entre todos sigamos combatiendo las incertidumbres y vulnerabilidades que ahora nos atenazan. Los bancos así lo hacen, encontrando soluciones a la demanda de sus clientes, adaptándose a los cambios regulatorios y a un complejo escenario de tipos de interés negativos. Mostrando también su disposición a acompañar al resto de la sociedad en el importante reto que supone la transformación hacia un crecimiento bajo en carbono.

 José Luis Martínez Campuzano, portavoz de la Asociación Española de Banca

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