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Portavoz

Mantener la calma

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Los inversores están confundidos. En muchos casos son ahorradores que buscan proteger el poder de compra de su cartera ante el repunte de la inflación, la rentabilidad cero de los activos seguros en un contexto de tipos de interés oficiales nulos o negativos y el reciente aumento de la inestabilidad en los mercados.

Escuchan que la inflación que sufrimos se debe a factores excepcionales relacionados con la pandemia que estamos superando. Pero temen que si la inflación elevada se prolonga en el tiempo se pueda retroalimentar en el proceso productivo. Lo que está claro es que los bancos centrales están preparados para evitarlo.

Los agentes económicos, incluidos los inversores, han acumulado mucho ahorro que puede pasar a gasto y reforzar el fuerte crecimiento económico que ya observamos. Los fondos europeos también pueden acentuar este proceso impulsando la demanda. Pero los últimos acontecimientos internacionales afectan a nuestros sentimientos y también generan incertidumbre sobre el futuro.

Los inversores precisan de certidumbre a la hora de tomar decisiones. Naturalmente no se puede luchar contra la incertidumbre derivada de factores exógenos. Pero la certidumbre también puede venir de las propias decisiones de las autoridades, como fijar una estrategia clara de ajuste fiscal ante la elevada deuda pública acumulada durante la crisis sanitaria o una comunicación adecuada de normalización monetaria. Aunque lo más prudente a corto plazo es supeditar cualquier decisión a reforzar la estabilidad financiera.

Nunca tendremos un escenario de total certidumbre. A la hora de tomar decisiones financieras se deben tener en cuenta tanto los objetivos a conseguir como los riesgos que se está dispuesto a asumir.  Los bancos lo saben muy bien porque su actividad se centra precisamente en gestionar el riesgo. Y lo hacen bien.

José Luis Martínez Campuzano, portavoz de la Asociación Española

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