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EXPANSION

La rentabilidad de los bancos

inversiones personalse

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‘Bancarizar’, según la Real Academia Española (RAE), es “hacer que alguien o algo, como un grupo social o un país, desarrolle o resuelva las actividades económicas a través de la banca”.  La bancarización refleja tanto el grado de progreso del sistema financiero del lugar como el grado en que los bancos forman parte de las decisiones económicas importantes de las personas, ya sean autoridades que toman medidas en colaboración con el sector privado para mitigar los efectos de la pandemia, familias que compran una vivienda, empresas que alimentan su actividad diaria, o cualquiera de nosotros cuando hacemos un pago. La imbricación de la banca en la sociedad es tal, que una sociedad sin entidades sería una sociedad empobrecida y arcaica.

Como cualquier otra actividad económica, la bancaria debe ser rentable para sobrevivir, y debe estar sujeta a continuas mejoras para poder cubrir las cada vez mayores expectativas de los clientes. La actividad bancaria, sin embargo, tiene algo único: es la encargada de llevar el oxígeno al resto de miembros del cuerpo humano para que cada uno pueda cumplir con su función. Es por tanto fundamental para el crecimiento y la prosperidad. Necesitamos bancos fuertes y resistentes para que el conjunto de la economía funcione bien. Así lo reconocen nuestras autoridades y supervisores, conscientes de la imprescindible conexión entre la banca y la economía.

Los bancos no solo son fundamentales para financiar el progreso y promover la innovación. Si algo ha quedado demostrado en la crisis sanitaria es su eficacia para que podamos seguir adelante cuando todo se detiene, como pasó con la prestación de productos y servicios financieros en los momentos más duros del confinamiento. Y eso ha sido posible gracias a su apuesta por la tecnología desde hace años, que les ha hecho líderes en innovación financiera, habituados a liderar los cambios necesarios para prestar un cada vez mejor servicio al cliente, que demanda una atención permanente e inmediata, con un creciente uso de los canales digital y móvil. Todo ello obliga a las entidades a acometer grandes inversiones, que solo son posibles cuando la actividad que realizan es rentable. Para ello es imprescindible ajustar los gastos a las perspectivas de ingresos, algo complicado en el actual contexto, marcado por tipos de interés oficiales nulos y nuevos competidores tecnológicos, sin ningún interés en prestar un servicio universal como el de la banca, centrados exclusivamente en aquellos segmentos de alto rendimiento. Y sin estar sujetos a la regulación y supervisión estricta de los bancos.

De forma recurrente, el Banco Central Europeo (BCE) pide a los bancos que mejoren su rentabilidad sin incurrir en riesgos excesivos, aunque sabe muy bien lo difícil que es hacerlo y además cubrir el coste de capital -la rentabilidad que exigen los inversores y accionistas- en un escenario como el actual. Los tipos de interés oficiales nulos son un hándicap y también una de las mayores vulnerabilidades de la estabilidad financiera. La prolongación en el tiempo del escenario excepcional de bajos tipos de interés penaliza a los bancos y a los ahorradores, al mismo tiempo que puede llevar a excesos en los mercados financieros. Con todo, los bancos españoles están recuperando su rentabilidad poco a poco, gracias a la incipiente pero prometedora recuperación económica, y a la adaptación de sus estructuras, un proceso tan complicado como inevitable. A esto se le llama eficiencia, donde los bancos españoles también están a la cabeza en Europa. Todos, consumidores y bancos, nos veremos beneficiados por el círculo virtuoso que generan unos bancos cada vez más eficientes y rentables.

José Luis Martínez Campuzano, portavoz de la Asociación Española de Banca

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