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El Economista

Impulso a la educación financiera

Educación financiera: Nuestro esfuerzo

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El 65% de latinoamericanos no tiene acceso a un sistema bancario formal.

Hace unas semanas participé en un congreso sobre educación e inclusión financiera organizado por Felaban, la Federación de Bancos Latinoamericanos, donde compartí con los colegas del sector y de otros ámbitos las diferentes iniciativas y tendencias que, tanto en España como en Europa, se están llevando a cabo para fomentar la educación financiera. Para terminar una de mis ponencias utilicé una frase que había leído sobre el café y decidí reeditar. “No es que la educación financiera nos dé insomnio, es que nos permite soñar despiertos”. Durante este encuentro me percaté de que no soy la única que sueña despierta.

Los compañeros de Latinoamérica compartieron también sus experiencias y explicaron los proyectos que han puesto en marcha para fomentar la cultura financiera en la región, donde hay 250 millones de personas sin bancarizar. Es decir, alrededor del 65 por ciento de los latinoamericanos no tiene acceso a un sistema bancario formal, condición necesaria para salir de la pobreza de forma sostenible. Con este nivel de bancarización tan bajo, no es de extrañar que los niveles de educación financiera sean mínimos. Esta situación es realmente preocupante, ya que una sociedad sin acceso al sistema financiero y que no entiende conceptos básicos como el interés, la inflación, el riesgo o la rentabilidad no puede prosperar en un mundo como el actual. No es posible gestionar tu vida sin saber cómo gestionar tu dinero, ya que forma parte del día a día y nuestro futuro. Por eso, en Latinoamérica, la inclusión y la educación financiera van de la mano.

A pesar de la situación que vive la educación financiera en esta región, fue emocionante escuchar el entusiasmo con el que los compañeros explicaban sus planes de acción e iniciativas para que los ciudadanos de sus países sean capaces de gestionar su dinero de forma responsable y que esto les permita mejorar sus vidas. Un compromiso que no sólo está presente en el sector bancario, sino que también forma parte de las agendas de los gobiernos y de las empresas privadas que, en la mayoría de los casos, se unen para luchar contra un problema que afecta a todos de forma directa o indirecta.

Beatriz Morilla, responsable de RSC

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