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Portavoz

EL ECONOMISTA

Financiar la prosperidad

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Todos debemos adaptarnos a un mundo dominado cada vez más por la automatización de los modelos de trabajo y asegurar tanto la inversión como la formación necesaria para poder afrontar la magnitud del cambio.

La desigualdad es una de las principales preocupaciones a escala mundial en estos momentos. Los académicos no se ponen de acuerdo sobre por qué aumenta y temen consecuencias que van desde el descenso de la confianza en el sistema y la erosión social hasta un crecimiento económico más moderado y frágil. La desigualdad, advierten también, puede perpetuarse en el tiempo al restar oportunidades para el desarrollo de los individuos y generar pobreza. Todos debemos luchar contra la desigualdad. El papel de los bancos puede ser relevante para combatirla, financiando un desarrollo sostenible e impulsando la prosperidad de las personas para que construyan un futuro mejor. La prosperidad de los clientes, que son el centro de la estrategia de los bancos, conlleva también su éxito empresarial.

El desarrollo tecnológico en su vertiente digital puede ser una buena herramienta para luchar contra la desigualdad. La penetración digital en el mundo financiero aumenta la inclusión social en aquellos países sin un sector bancario desarrollado. En el resto puede facilitar la formación financiera de la sociedad y reforzar la transparencia de la operativa bancaria, lo que contribuye a aumentar la posibilidad de éxito en la toma de decisiones de los clientes y facilita su planificación del futuro. La transformación digital en la que se ven inmersos en estos momentos los bancos tiene al cliente como principal beneficiado.

La digitalización de la economía y de la sociedad es un proceso imparable. A estas alturas son pocos los escépticos que dudan de los cambios y también que cuestionan los beneficios que se derivan de la revolución digital. La digitalización contribuye al crecimiento económico al romper las barreras entre actividades y ampliar el abanico de posibilidades para las empresas, lo que genera un efecto arrastre en eficiencia a escala empresarial e internacional. Todos debemos adaptarnos a un mundo dominado cada vez más por la automatización de los modelos de trabajo y asegurar tanto la inversión como la formación necesaria para poder afrontar la magnitud del cambio. Niños y adultos necesitamos una educación adaptada que nos prepare para sacar todo el provecho y oportunidades de la nueva era digital.

La responsabilidad de los bancos es financiar todas las inversiones que necesita la sociedad para adaptarse, e incluso adelantarse, a los desafíos de los nuevos tiempos. Su objetivo es proporcionar una financiación bien orientada, que combine la obtención de la necesaria rentabilidad que asegura su estabilidad con la contribución al progreso y desarrollo social. La innovación positiva en finanzas busca la rentabilidad social junto a la rentabilidad económica. Incluye también el esfuerzo asumido por los bancos en la transformación digital financiera que piden los clientes y que tiene importantes beneficios para la inclusión social. Los Principios de Banca Responsable, anunciados en París en noviembre pasado y a los que la AEB se ha adherido, suponen un compromiso del sector que no viene impulsado por la regulación de las autoridades. Plasman nuestra contribución para lograr una sociedad mejor.

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