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EXPANSIÓN

Crecimiento y tecnología, binomio ganador

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La ciberseguridad no es una actividad nueva en la banca, muy al contrario, la nuestra es una industria líder en la gestión de los riesgos ciber

Vivimos en un mundo de crecimiento exponencial. La población mundial tardó 50.000 años en alcanzar los 500 millones de habitantes y, sin embargo, en los últimos 200 años ha aumentado en 7.000 millones. El PIB mundial tardó 1.900 años en superar los 20.000 millones de dólares y apenas 10 años para aumentar en otros 30.000 millones de dólares. El desarrollo tecnológico es, de acuerdo con el consenso, el responsable de este nuevo paradigma de patrón exponencial. La digitalización, el Internet de las cosas, la inteligencia artificial, la impresión en 3D, los nuevos materiales, son cada una de ellas tecnologías disruptivas con efectos de enorme impacto en nuestra sociedad. Y hay muchas más.

Por otro lado, la capacidad de penetración de esas tecnologías es asombrosamente rápida en comparación con el pasado. El teléfono tardó 75 años en alcanzar 50 millones de usuarios, la televisión 13, internet apenas 4 años y los Angry Birds sólo 35 días. Ello es consecuencia de la mayor predisposición de la sociedad para adoptar nuevas tecnologías, lo cual obliga a que las empresas sean cada vez más ágiles a la hora de reaccionar frente a las tendencias del mercado y desarrollar nuevos productos adaptados a las necesidades. Es un proceso de innovación sin precedentes.

El sector bancario es clave en el proceso de innovación de cualquier economía. En particular, en lo que se refiere a la digitalización, sería difícil concebir una sociedad digitalizada sin un sector bancario liderando este cambio. La frecuencia y relevancia de los servicios financieros nos da poder como individuos y clientes para exigir agilidad, eficacia, practicidad y seguridad en operaciones rutinarias como la realización de pagos y transferencias, la gestión de carteras de inversiones, la selección de préstamos y seguros y la identificación y manejo de instrumentos de ahorro. Una sociedad cada vez más habituada a la operativa digital, con un creciente uso de medios móviles, es un impulso natural para un sector financiero crecientemente tecnificado y digitalizado.

¿Qué vías tiene el sector bancario para estimular con su proceso de digitalización a otras empresas y a la economía en general? Lo primero que habría que decir es que la digitalización favorece la desaparición de las fronteras entre sectores económicos. En el mundo digital los clientes invitan a que empresas con actividades variadas estén cada vez más conectadas entre sí, a un clic en el móvil y en un mismo entorno operativo. Servicios financieros, comercio minorista, multimedia, transporte, ocio, telecomunicaciones, todo cada vez más cerca e interrelacionado. Los ecosistemas empresariales y las plataformas abiertas se presentan como el modelo del futuro capaz de satisfacer este nuevo enfoque. Y los servicios bancarios están en el centro de estos ecosistemas. Tomemos como ejemplo la red Alastria, un proyecto de empresas con actividades diversas orientado a encontrar soluciones bajo tecnología blockchain a cuestiones comunes para servicios distintos; y ello bajo un fuerte liderazgo del sector bancario.

Otro reflejo de este efecto de difuminación de las fronteras es la creciente expansión de empresas tradicionalmente oferentes de un único producto, hacia la provisión de servicios varios. Y con esto surge un gran reto para el sector bancario, pues el apetito que empresas como Google, Amazon, Facebook o Apple manifiestan por la prestación de servicios financieros es creciente. Aunque esto no sólo ocurre en el ámbito financiero. Google ha entrado, por ejemplo, en el mundo de la automación y Apple en el de la multimedia.

Una segunda vía de estímulo económico derivado de la revolución digital en el ámbito financiero es el significativo efecto arrastre que conlleva. Las finanzas siempre han estado altamente tecnificadas, pero la banca actual no sólo necesita incorporar nuevas tecnologías, sino hacer evolucionar procesos internos y adaptarse a entornos y modelos de negocio innovadores de manera muy rápida. Para lograrlo precisa expandir su capacidad de interactuar con el exterior. Necesita, por ejemplo, estar en continuo contacto con los desarrolladores de nuevas tecnologías, con empresas que les ayuden a entender mejor qué espera el cliente de ellos, con start-ups con agilidad creativa y capacidad de probar y errar, con servicios que les permitan adaptar sus procesos internos para poder acometer más eficazmente los cambios requeridos. En definitiva, los bancos no pueden depender de un modelo exclusivamente in-house para adaptarse al futuro. Arrastran, por el contrario, en su proceso de innovación, a todo un ecosistema de grandes y pequeñas empresas con las cuales se genera un círculo económico y social virtuoso.

Al principio nos referíamos a cómo la innovación tecnológica está detrás del crecimiento exponencial experimentado en las últimas décadas. Tal efecto, sin embargo, sería imposible si detrás no existieran unas salvaguardias encargadas velar por la seguridad de este proceso innovador. En el reciente caso Facebook – Cambridge Analytica, hemos comprobado la susceptibilidad de la sociedad frente a los riesgos de seguridad de las nuevas tecnologías. Y es que, la revolución digital viene acompañada de riesgos operativos y, en particular, cibernéticos. En consecuencia, la transformación digital ha propiciado otra revolución sin parangón en los últimos años en el ámbito de la ciberseguridad. Y en esto la banca, un negocio sustentado por la confianza que los clientes dan a las entidades de crédito para, entre otros, depositar sus ahorros, es experta.

La ciberseguridad no es una actividad nueva en la banca; muy al contrario, la nuestra es una industria líder en la gestión de los riesgos ciber. Pero la digitalización multiplica la actividad en la red y las interconexiones entre clientes y entidades financieras, por lo que la banca ha hecho de la inversión en ciberseguridad, una bandera. Más allá de esto, una prioridad en estos momentos es concienciar de la importancia de esta cuestión entre la clientela, pero también internamente en las estructuras bancarias. La ciberseguridad ha dejado de ser un departamento aislado del banco para estar capacitado orgánicamente para penetrar en las áreas de negocio y asegurar con ello su labor. Este enfoque horizontal, pionero y necesario, genera igualmente sinergias dentro y fuera del sector, contribuyendo de manera global a hacer de la digitalización un proceso seguro y, con ello, posible. Ésta es, entre otras muchas, la contribución de la banca a la innovación tecnológica.

José María Roldán, presidente de la Asociación Española de Banca

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